viernes, 30 de enero de 2015

CAPÍTULO 3.





Después de lo que me dijo mi padre, estoy más apagada que de costumbre. Jamás pensé que mis padres me pudieran hacer algo así. Es intolerable. Algún día me escapare de casa y me iré muy muy muy lejos de ellos para que no me puedan hacer más daño. Pero de momento no puedo, porque Raúl me necesita y ahora es lo más importante.
Hace unas semanas:
Le vi entrar al cuarto de baño de las chicas, no sabía que estaba haciendo pero no me lo pensé más de cinco minutos en correr tras él. Nada más entrar miré por debajo de cada puerta para ver en que baño se había encerrado. Estaba en el último, abrí la puerta con sigilo y le susurre su nombre para que supiera que había entrado. Tenía los ojos rojos, y olía como si no se hubiera duchado desde hacía una semana.
-¿Estas bien Raúl?- Se que es una pregunta un poco tonta ya que sabía perfectamente que no estaba bien pero él me conocía ya lo suficiente para saber lo que realmente quería decir.
-A ti te da igual, ¿verdad?- me cogió del brazo con fuerza para que yo diera una respuesta rápida pero enseguida me lo soltó ya que no quería hacerme daño.
-Claro que no, sabes perfectamente que no. No voy a discutir más contigo.- hice un gesto para marcharme pero sabía que no me iba a dejar hacerlo.
-Vale, ¿sabes que te quiero?- me dejo petrificada, o mejor dicho atónica. Era la primera persona que me lo decía tan…enserio. Vi como caía una lágrima de su ojo derecho. Y luego lentamente una por el izquierdo. Se hizo un silencio que me pareció eterno, pero yo no quería responder. No porque fuera aun muy pronto ni chorradas de esas sino porque no quería enamorarme más de lo que estaba cuando sabía que si lo hacía, él me podría hacer mucho daño. Me limite a asentir. Él me sonrió así que yo hice lo mismo.
Le cogí la mano para salir de allí pero él fue más rápido y cuando me di cuenta, me besó.

Aquel día por la tarde me llamaron del hospital. Cogí rápidamente el teléfono y lo colgué igual de rápido. Para mi sorpresa no era por Raúl por quien me habían llamado. Mi padre acaba de tener un accidente de coche y en esos instantes estaba entrando a quirófano sabiendo (yo y él) que solo iba a salir de allí de dos formas: vivo o muerto.

Llame a mi madre que estaba trabajando y aunque no quería que me acompañara, le avise por si venia y yo no estaba en casa. Lo cogí, tenía que hacerlo, el me lo dio y si salía de allí vivo…solo pensé en llevarlo conmigo.

1 comentario: