martes, 10 de febrero de 2015

CAPÍTULO 4.






-Bueno señorita García, ¿Qué opina?- Me quede mirándolo y casi se me escapa una carcajada. Claro que quería hacer esa estupidez. Además si él quería hacerlo conmigo no me iba a negar.
-Nos subimos en su camioneta vieja y bastante sucia al parecer. Me confesó que no era suya sino de un amigo de la infancia que conoció aquí (ya que paso gran parte de ella en España y algunos veranos). Ya decía yo que hablaba demasiado bien español… No paraba de hablar, y la verdad es que me gustaba. De repente paró el coche de golpe y me señalo una tienda de antigüedades, parecía pequeña y en el escaparate, había una señora colocando una figurita de un gato que me pareció una buena elección para hacerle un regalo a mi madre; ya que las navidades y su cumpleaños se acercaban.
-¿Por qué aquí?- Se lo pregunte sin pensar, ya que estaba pensando en mis cosas y no me di ni cuenta.
-¿Por qué? - Se rio- Porque en España están las chicas más bonitas.
Y antes de dejarme contestar que no me refería a eso, bajo del coche dando la vuelta por delante, y como si fuera un caballero; me abrió la puerta. Pensé que era todo una coña por eso me reí durante unos segundos, pensando que quien se había creído que era yo para qué me tratara de aquella forma tan servicial. Pero por otra parte me sentí una princesa ayudada por su príncipe de esos cuentos que acaban en cursiladas. Así que me dije a mi misma que me relaja y que aquel chico solo era uno más, no tenía porque estar asustada.
Entramos, la señora parecía más anciana de cerca pero nos atendió muy bien a lo que buscábamos. El director nos había pedido que compráramos los adornos para la fiesta que se iba a celebrar el viernes en el instituto. Y ya que yo no iba a ir ni de coña lo mínimo era acompañar a Raúl a por las cosas, ya que había pedido que alguien le ayudara con las cuentas porque no se aclaraba con los euros. Cuando ya lo compramos todo y estábamos cargándolo en la parte de atrás de la camioneta:
-Creo que no me he equivocado al elegirte para que me ayudaras- Puf, ¿Quien se creía? Ni que fuera a arrodillarme dándole las gracias por elegirme como si fuera el mesías (Tengo que dejar de ir a misa). Simplemente le sonreí, no me costaba nada hacerlo.

-Oye que… gracias por ayudarme y me gustaría mucho recompensarte.- ¿Lo estaba haciendo verdad? ¿Me estaba pidiendo una cita? Ay dios. – ¿Te gustaría que fuéramos mañana al lago de los patos?, quiero enseñarte algo.- ¿Un lago? ¿De patos? Enserio. Vale. Un poco patético pero vale.- ¿Qué me dices?- Creo que fue una afirmación más que una pregunta, ya que sabía perfectamente que no me iba a negar a aquello si había aceptando a esta mierda (que era ya lo que me estaba pareciendo). Si hoy era miércoles, la cita seria mañana; jueves, y al día siguiente él iría a la fiesta ¿Y yo? No sé. ¿Y si se liaba con alguna? Decidido, iría a la fiesta.

viernes, 30 de enero de 2015

CAPÍTULO 3.





Después de lo que me dijo mi padre, estoy más apagada que de costumbre. Jamás pensé que mis padres me pudieran hacer algo así. Es intolerable. Algún día me escapare de casa y me iré muy muy muy lejos de ellos para que no me puedan hacer más daño. Pero de momento no puedo, porque Raúl me necesita y ahora es lo más importante.
Hace unas semanas:
Le vi entrar al cuarto de baño de las chicas, no sabía que estaba haciendo pero no me lo pensé más de cinco minutos en correr tras él. Nada más entrar miré por debajo de cada puerta para ver en que baño se había encerrado. Estaba en el último, abrí la puerta con sigilo y le susurre su nombre para que supiera que había entrado. Tenía los ojos rojos, y olía como si no se hubiera duchado desde hacía una semana.
-¿Estas bien Raúl?- Se que es una pregunta un poco tonta ya que sabía perfectamente que no estaba bien pero él me conocía ya lo suficiente para saber lo que realmente quería decir.
-A ti te da igual, ¿verdad?- me cogió del brazo con fuerza para que yo diera una respuesta rápida pero enseguida me lo soltó ya que no quería hacerme daño.
-Claro que no, sabes perfectamente que no. No voy a discutir más contigo.- hice un gesto para marcharme pero sabía que no me iba a dejar hacerlo.
-Vale, ¿sabes que te quiero?- me dejo petrificada, o mejor dicho atónica. Era la primera persona que me lo decía tan…enserio. Vi como caía una lágrima de su ojo derecho. Y luego lentamente una por el izquierdo. Se hizo un silencio que me pareció eterno, pero yo no quería responder. No porque fuera aun muy pronto ni chorradas de esas sino porque no quería enamorarme más de lo que estaba cuando sabía que si lo hacía, él me podría hacer mucho daño. Me limite a asentir. Él me sonrió así que yo hice lo mismo.
Le cogí la mano para salir de allí pero él fue más rápido y cuando me di cuenta, me besó.

Aquel día por la tarde me llamaron del hospital. Cogí rápidamente el teléfono y lo colgué igual de rápido. Para mi sorpresa no era por Raúl por quien me habían llamado. Mi padre acaba de tener un accidente de coche y en esos instantes estaba entrando a quirófano sabiendo (yo y él) que solo iba a salir de allí de dos formas: vivo o muerto.

Llame a mi madre que estaba trabajando y aunque no quería que me acompañara, le avise por si venia y yo no estaba en casa. Lo cogí, tenía que hacerlo, el me lo dio y si salía de allí vivo…solo pensé en llevarlo conmigo.

viernes, 23 de enero de 2015

CAPÍTULO 2.




Hoy es domingo. Como mi madre me haga ir a misa creo que me pegare un tiro. Hace bastante que no hablamos, las primeras clases de informática no lo hicimos casi(es normal, no nos conocíamos suficiente) estuve fijándome mucho en él y la verdad es que no parece muy diferente a los demás chicos que son guapos y que encima lo saben. Siempre pensé como seria salir con un chico, si tendríamos que besarnos cada vez que nos despidiéramos, cogernos de la mano mientras caminamos o simplemente sonreírnos cada vez que nuestras miradas se cruzasen. Hallé la respuesta, y creo que si alguna vez salgo con un chico, seré yo misma pase lo que pase porque si no no sirve de nada.
Estaba en mi habitación cuando llamaron al timbre y fui corriendo vestida con mi pijama de osos rosas hasta la puerta (obviamente creía que era mi madre que se había bajado hace un rato a comprar y volver a llenar nuestra nevera que habíamos vaciado en tan solo tres días).Mire por la mirilla, aunque fuera algo raro que lo hiciera.
“¡Mierda! Lo que me temía… ¿Y ahora qué hago?”
Llevaba una gabardina negra y gafas de sol aunque no estuviéramos en verano y no hiciera sol. Parecía cansado y llevaba bastante tiempo intentado venir a verme pero yo nunca estaba en casa. Al final decidí abrir la puerta tras el segundo “ding, dong”.
-Hola, papa-no se me ocurría decirle nada más pero tampoco quería culparle por todo lo que había pasado entre nosotros-Mama no está.
-No vengo a ver a tu madre-Su voz ronca me penetro el alma, como podía aquella persona tener tanta influencia sobre mi si ni siquiera nos conocíamos hace tan solo dos meses. Estaba confusa y creo que él lo noto y me cogió del brazo para que no me cayera-¿Estas bien?
-Si.- Conseguí decir-Creo que sí, pero será mejor que nos sentemos en el sofá. Pasa.
El no dijo nada y creo que ni me miro. Se me pasaban por la cabeza un montón de cosas. ¿Que hacia allí a esas horas? Seguro que nada bueno pero tampoco quería desconfiar de él.
-Alba, hija mía- Parecía mas viejo que la última vez que nos vimos. Y mientras se quitaba aquella sosa gabardina comprobé que estaba un poco más delgado.-Tengo que contarte una cosa.

Entré, creo que lo primero que hice fue buscarle con los ojos por toda la clase pero solo conseguí que Alberto, el profesor, me mirara desafiante para que me sentara en mi sitio. Hace dos días que no aparecía por clase y empezaba a notarme sola y marginada (aunque ya lo fuera).Creo que desde que me mude aquí y empecé a venir a este horroroso instituto no he hecho otra cosa que pensar en él y ya me estoy aburriendo bastante de estos pensamientos. Para mi sorpresa me llamaron por megafonía para que acudiera al despacho del director, un señor muy amable aunque un poco pesado en que me integrara e hiciera amigos.
-Buenos días señorita García ¿Cómo está usted hoy?-Mire a mi nuevo director extrañada pero lo peor fue cuando dirigió su mano a la silla que estaba al fondo de aquel pequeño despacho y allí estaba él tan sonriente por verme como siempre.

“¿Qué querían esta vez?”

martes, 20 de enero de 2015

CAPÍTULO 1.





Me desperté un poco mareada, ya ni me acuerdo si apoye primero el pie derecho o el izquierdo cuando me levante de la cama. Mi madre llevaba como diez minutos llamando desde la cocina un poco enfada(a partir de ese momento no me acuerdo de más, todo parecía un sueño en el que yo iba sonámbula).
-¡Vamos, vamos! ¡Más deprisa chicas, moved el culo!-fue lo primero q oí de verdad aquel día. Odio tener gimnasia a primera hora (ya sé que muchas personas lo odian; pero yo todavía más).Y lo peor de aquella horrible clase es mi profesora, que es todavía mas horrible. Por fin se acabo y me fui directa al vestuario a cambiarme. Iba sola, siempre voy sola a todas partes.
Llevaba días oyendo hablar de él por los pasillos, por el patio, en los lavabos, en clase, en todas partes escuchaba su nombre y ni siquiera sabía quien era. Bueno tampoco os voy a mentir, pero solo que se llamaba Raúl y era ingles  (un chico de intercambio para ser exactos, que solo iba a pasar aquí un par de meses).Todas las chicas de mi curso ya se habían enamorado y pensado como serian sus hijos y su palacio de cuento cuando se casaran cabalgando un unicornio rosa con purpurina en el pelo. En fin, algo que nunca llegaría a pasar desde mi punto de vista.
Estaba en la mesa al fondo del comedor, si, la que está siempre sucia porque nunca se sienta nadie. Había decidido estar sola no sé porque pero no quería ser un estorbo para las demás mesas. De repente, oí una voz que me hablaba por detrás de mis auriculares.
-Hola, Alba-Me quede petrificada, se estaba dirigiendo a mí. Por un momento pensé que sería mejor girarme haber si había alguien detrás o salir huyendo haciendo la croqueta lo mas rápido que pudiera. Intente no parecer asusta o intimidada, nadie había podido hacerlo aunque se lo hubiera hecho creer.
Sin más, se sentó justo enfrente de mí. Me sonrió. Y empezó a comer como si yo no hubiera estado a punto de mojar mis pantalones. Me quede un rato mirándolo extrañada y esperando a que se me bajara el subidón de adrenalina que tenía en el pecho. Al final me atreví a decirle:
-¿Está buena la comida del comedor?-O lo dije muy bajito o el no lo entendió pero tardo en contestar y yo ya no podía más con tantos sudores.
-Si. Vamos juntos a informática por eso se tu nombre, lo he visto en el tablón y quería conocer a quien se iba a sentar a mi lado.
“¿Qué? Esto no me esta pasando. No, no y no. Tiene que ser un sueño.”

-Ah. Pues no me habían dicho nada-Me mostré un poco desconfiada, no quería que pensara que el solo hecho de sentarse conmigo en esa horrible mesa me iba a hacer cambiar de opinión respecto al término de tener amigos o siquiera compañeros. Pronto descubriría muchas más cosas…

viernes, 16 de enero de 2015

INTRODUCCIÓN




Creo que el día en el que empecé a darme cuenta de las cosas, fue el peor de mi vida. Todo el mundo era más listo, más guapo, más de todo que yo y sin embargo me daba igual, siento decirlo pero no; no me importaba mi físico, ni si alguien era más listo o más rápido que yo. Yo vivía libre y sin preocupaciones pero entonces un día llego él y lo arruino todo como en un abrir y cerrar de ojos, ya no era la misma, ya no era yo.
Se lo que estáis pensando, (¡pobrecita! Tiene un trauma o algo parecido…) lo cierto es que podría tratarse de un trauma o algo parecido, pero creo que lo vais a entender.
El era guapo, muy guapo. Su pelo rubio por el sol hacia que tuviera ganas de tocarlo. Sus ojos te introducían en un mar profundo del que no te apartabas durante horas. El típico chico de sonrisa perfecta, y pecas por toda la cara. Siempre decía lo que pensaba y tenía ese humor un poco peculiar. Se le daba bien hacer todo, y nunca te decía que no porque eras parte de él. Brazos  musculosos, espalda ancha y piernas de deportista (todo lo que una mujer pudiera soñar despierta y dormida).

Y como no, yo, me enamore locamente y perdidamente de él. Como una tonta y torpe (que es lo que era, básicamente).